EL TREN DE LA VIDA
(Aportación de nuestra amiga Sonia Campos)
(Aportación de nuestra amiga Sonia Campos)
Hace tiempo. Leí un libro que comparaba la vida
con un viaje en tren. Una lectura extremadamente interesante, cuando es bien
interpretada.
La vida no es más que un viaje en tren, repleto
de embarques y desembarques, salpicada de accidentes, sorpresas agradables en
algunos casos y de profundas tristezas en otros. Al nacer nos subimos al tren y
nos encontramos con algunas personas, las cuales creemos que siempre estarán
con nosotros en este viaje (nuestros padres).
Lamentablemente la verdad es otra. Ellos se
bajarán en alguna estación dejándonos huérfanos de su cariño, amistad y su
compañía irreemplazable.
No obstante, esto no impide que se suban otras
personas que serán muy especiales para nosotros. Llegan nuestros hermanos,
amigos y esos amores maravillosos.
De las personas que toman este tren, habrá
también los que lo hagan como un simple paseo. Otros encontrarán solamente
tristeza en el viaje. Y habrá otros que, circulando por el tren, estarán
siempre listos en ayudar a quien lo necesite. Muchos al bajar, dejarán una
añoranza permanente. Otros pasarán desapercibidos, que ni siquiera nos daremos
cuenta que desocuparon el asiento.
Es curioso que algunos pasajeros, quienes nos son
más queridos, se acomoden en vagones distintos al nuestro. Por lo tanto, se nos
obliga hacer el trayecto separados de ellos. Desde luego, no se nos impide que
durante el viaje, recorramos con dificultad nuestro vagón y lleguemos a ellos.
Pero lamentablemente, ya no podremos sentarnos a su lado pues habrá otra
persona ocupando el asiento. No importa; el viaje se hace de este modo: lleno
de desafíos, sueños, fantasías, esperas y despedidas… Pero nunca habrá
regresos.
Entonces hagamos este viaje de la mejor manera
posible. Tratemos de relacionarnos bien con todos los pasajeros, buscando en
cada uno lo mejor de ellos. Recordemos siempre que en algún momento del
trayecto, ellos podrán titubear y probablemente precisaremos entenderlos.
Nosotros también titubearemos y habrá alguien que nos comprenda.
El gran misterio, al fin, es que no sabremos
jamás en qué estación bajaremos y mucho menos dónde bajarán nuestros
compañeros, ni siquiera el que está sentado en el asiento de al lado.
Me quedo pensando si cuando baje del tren,
sentiré nostalgia… creo que sí.
Separarme de algunos amigos de los que hice en el
viaje será doloroso. Dejar que mis hijos sigan solos, será muy triste. Pero me
aferro a la esperanza de que, en algún momento, llegaré a la estación principal
y tendré la gran emoción de verlos llegar con un equipaje que no tenían cuando
embarcaron. Lo que me hará feliz, será pensar que colaboré con que el equipaje
creciera y se hiciera valioso.
Amigo mío, hagamos que nuestra estancia en este
tren sea tranquila y que haya valido la pena.
Hagamos tanto, para que cuando llegue el momento
de desembarcar, nuestro asiento vacío, deje añoranza y lindos recuerdos a los
que permanezcan en el viaje.
A ti, que eres parte de mi tren, te deseo un…
¡¡¡Feliz viaje!!!.
Caminaba con mi padre cuando él se detuvo en
una curva y después de un pequeño silencio me preguntó:
Además del cantar de los pájaros, ¿escuchas alguna cosa más?
Además del cantar de los pájaros, ¿escuchas alguna cosa más?
Agudicé mis oídos y
algunos segundos después le respondí: Estoy escuchando el ruido de una
carreta.
Eso es -dijo mi padre-. Es
una carreta vacía.
Pregunté a mi padre: ¿Cómo
sabes que es una carreta vacía, si aún no la vemos?
Entonces mi padre
respondió: Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía... por causa del
ruido. Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace.
Me convertí en adulto y
hasta hoy cuando veo a una persona hablando demasiado, interrumpiendo la
conversación de todos, siendo inoportuna o violenta, presumiendo de lo que
tiene, sintiéndose prepotente y que menosprecia a la gente, tengo la impresión
de oír la voz de mi padre diciendo: "Cuanto más vacía la carreta,
mayor es el ruido que hace"
La humildad consiste en
callar nuestras virtudes y permitirle a los demás descubrirlas. Y recuerden que
existen personas tan pobres que lo único que tienen es dinero.
Y nadie está más vacio que
aquél que está lleno de egoísmo, de un supuesto "Mi Mismo".
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